El arte de ser Geisha

Publicado el 22 de octubre de 2024, 18:09

Las Geishas, figuras emblemáticas de la cultura japonesa, han cautivado la imaginación del mundo por siglos. Este trabajo explora la enigmática y sofisticada vida de las geishas, desde su historia y origen hasta la existencia del arte en su sola existencia. Desde su meticulosa formación en artes tradicionales hasta su intrincado mundo social, estas artistas han sido tanto símbolos de elegancia y gracia como guardianas de tradiciones centenarias. Cuando hablamos sobre el arte de las geishas, tenemos que tener en cuenta un factor muy importante, la geisha en sí misma es una obra de arte.

 

Maikos acudiendo a un banquete. URL: https://www.istockphoto.com/es/fotos/geisha

 

Son artistas cuya principal función es convertirse en excelentes anfitrionas mediante el entrenamiento de diversas artes tradicionales como son la música, la danza, la poesía, la conversación y la ceremonia del té. Organizan banquetes, fiestas y reuniones sociales donde entretienen y acompañan a sus clientes por medio de su arte y su refinamiento. Como obras de arte viviente, no solo importan sus habilidades artísticas, también su imagen debe formar parte de la obra de arte. Realizan un duro entrenamiento para cultivar su imagen y sus facultades como artistas con el fin de alcanzar un grado de refinamiento que las ha llevado a ser consideradas una expresión artística y cultural emblemática de Japón. Su arte mezcla el refinamiento cultural, las habilidades artísticas y la tradición más ancestral, un espectáculo completo que da paso a una obra de arte plena. Un arte que muestran en su propio cuerpo, por medio del uso del kimono, el maquillaje escénico y el modelado del cabello; y con las prácticas escénicas, como el estudio de la música y la danza tradicional, la ceremonia del té, el estudio del ikebana, la poesía o la caligrafía. A demás deben tener conocimientos sobre normas de etiqueta, lenguaje y comportamiento femenino.

 

Gracias a su papel como guardianas de la tradición, han podido mantenerse prácticamente intactas desde sus orígenes en el siglo XVIII hasta nuestros días. Los interesados en asistir a sus banquetes, no solo lo hacen por la diversión, sino por la posibilidad de revivir el Japón tradicional. Con la llegada de la globalización y el mundo moderno, las geishas se aislaron y consiguieron crear una expresión artística única que defiende la tradición ante la imposición del mundo moderno occidental.

 

Geisha en la prensa española.

 Revista Nuevo Mundo N.º 529 del 25 de febrero de 1904.

 

Sin embargo, afirmar que las geishas se han mantenido exactamente igual después de tantos años, sería mentira; un cliente actual no encontraría diversión hablando con una geisha que no esté actualizada o que no se adapte a un público extranjero. Su profesión, aunque deban conservar el espíritu tradicional, también necesita avanzar y cambiar, por ello, algunas añadieron a sus entrenamientos el aprendizaje del inglés. Es importante resaltar que, actualmente, la mayoría de interesados en pasar tiempo con geishas son los extranjeros, su imagen se ha convertido en un reclamo turístico y en un entretenimiento moderno. Cuando el presidente estadounidense Gerald Ford visitó Japón en noviembre de 1974, fue indispensable añadir a su visita un banquete de geishas.

 

Ser geisha no es una forma de vida sencilla, la simbiosis que crean entre el arte y la vida necesita de una dedicación plena a esta filosofía donde desarrollan su arte las 24 horas del día. La principal aspiración es alcanzar la perfección, y para ello, no dejan de formarse y pulir sus capacidades artísticas durante toda su vida.

 

La decisión de comenzar una vida de geisha lleva a sus integrantes a dejar su casa y a su familia, para crear nuevos vínculos con el resto de miembros de la casa de Geishas, las cuales se convierten en su nueva familia y le otorgan un nuevo nombre como geisha, dejando atrás su anterior vida e identidad.  Pero en el Japón de hoy hay muy pocas mujeres que deciden tomar la difícil vida de geisha, según datos de Ookini Zaidan, la fundación de artes musicales de Kioto, y de la agrupación de los cinco barrios de geishas, había 28 Maikos en 1975, 100 en 2008, y 65 en 2014.

Según los criterios de la UNESCO, las Geishas deberían ser declaradas patrimonio cultural inmaterial de la humanidad: “el patrimonio cultural inmaterial es un importante factor del mantenimiento de la diversidad cultural frente a la creciente globalización” y “la importancia del patrimonio cultural inmaterial no estriba en la manifestación cultural en sí, sino en el acervo de conocimientos y técnicas que se trasmiten de generación en generación” (UNESCO, 2003).

 

Historia y origen

Se originaron en el periodo Edo (1600-1868), momentos en los que el negocio del ocio estaba muy controlado por el gobierno, sobre todo aquellos que incluían la prostitución de las mujeres (esta práctica era legal solo si se tenía bajo control y con las licencias adecuadas). En un principio, la prostitución y el trabajo de las geishas estaban muy ligados, ya que las geishas daban sus espectáculos en las fiestas de las prostitutas (yuyo). En el siglo XVIII, las primeras geishas que trabajaron en estas fiestas para entretener tanto a las prostitutas como a sus clientes, fueron geishas hombres (llamados Taikomochi u Hōkan) que realizaban bromas vigorosas y subidas de tono. En 1751, apareció por primera vez una mujer tamborilera durante estas fiestas (Geiko), y unos años más tarde, el grupo de las geishas comenzó a ser mixto al incluir a un grupo de mujeres llamadas Onna Geisha. A partir del año 1800, las geishas ya solo serían mujeres.

Tomaban lecciones de instrumentos como el Ookawa, Kotsuzumi, Taiko, Fue o Shamisen. Imagen de una geisha tocando el Shamisen, instrumento tradicional 

 

Geisha realizando la ceremonia del té. https://co.pinterest.com/cartaslacrimoge/shamisen/

 

El tema de las geishas y la prostitución siempre ha sido complicado, el gobierno feudal procuró mantener la distinción entre ambos grupos de mujeres para evitar que fueran confundidas (diferencia visible cuando se prohibió la prostitución en 1957 y no perjudicó a las geishas). Pero, aunque las geishas no solían implicar cosas relacionadas con el sexo, sí que llegaron a ejercerlo en alguna ocasión, lo que ha generado en el extranjero el estigma de que son trabajadoras sexuales. Esta idea proviene de una etapa en la que existió un “doble registro” que creó prejuicio hacia las geishas que eran amantes de un mecenas que las protegía. En este registro, las prostitutas se registraban como tales y las geishas como geishas, lo que trajo el desprecio hacia las geishas que se acostaban con sus clientes. Es importante aclarar que una geisha no puede casarse, por lo que solo podían tener amantes. Igualmente, esa imagen errónea es fruto de una visión occidental simplista que las relaciona con las cortesanas de la Europa medieval, y de un desconocimiento de las costumbres y tradiciones de Japón.

 

Las geishas debían tener un “Danna”, un cliente, que solía ser su amante, que las patrocinaban y apoyaban económicamente para continuar con su formación. Todas ellas intentaban crear una clientela con la que se sintieran seguras y admiradas (Gohiiki), unos clientes habituales que las contratarían en sus fiestas y las apoyarían en sus actuaciones artísticas.  Antes de la segunda guerra mundial, las geishas no podían elegir a sus propios Danna, y debían someterse a la "ceremonia de desfloración"Mizuage para convertirse en una verdadera geisha, esta ceremonia consistía en mantener su primera relación sexual con un cliente importante. La relación que tendrá una geisha con su Danna es muy complicada de entender para los occidentales, pero consta de una relación de respeto mutuo.

 

Los principales barrios de geishas fueron Fukugawa y Yanagibashi en Tokio, y el barrio de Gion en Kioto (que continúa a día de hoy), lugares donde se encontraban gran cantidad de Ochayas (casas de Té). En 1920, existían aproximadamente unas 80000 geishas, pero con la llegada de la guerra, su número se redujo, llegando a prohibirse sus servicios de entretenimiento y obligándolas a trabajar en fábricas para el beneficio de la guerra. En 1970, el número se redujo a 17000.

 

 

Gráfico donde podemos ver la cantidad de geishas y de jokyu desde el año 1929 a 1934. Viéndose mermado el número de mujeres que decidieron ser geishas debido a los tiempos modernos. Sacado de Dalby, L. (2001), Geisha. El mundo secreto de las geishas.

 

 

 

Año 1922, geishas comienzan a salir en anuncios como este promocionando una cerveza japonesa (Akadama port),con un estilo fuera del ideal tradicional a la que acostumbraban.

Otra problemática debida a las malas comparaciones llegó en el siglo XIX. Las geishas se caracterizan por su vestimenta elegante, que incluye un elaborado kimono, peinados exquisitamente realizados y maquillaje tradicional. Pero con la llegada del siglo XX, todos querían formar parte del mundo moderno occidental, dejando el estilo japonés como algo del pasado. Esto supuso un duro golpe para las geishas, las cuales habían estado a la cabeza de la moda japonesa hasta entonces. Los vestidos occidentales se volvieron una opción novedosa para las mujeres, incluso las geishas comenzaron a cortarse el pelo y a hacerse la permanente. Intentaron continuar siendo las líderes de la moda por medio de la experimentación durante los años 20 adoptando costumbres y formas occidentales, lo que les costó numerosas críticas. También añadieron el baile de salón occidental a sus entrenamientos, modificando aún más su estilo, hasta el punto de que algunas personas se quejaron de que ya no parecían geishas.

 

De esta forma, comenzaron las rivalidades entre las geishas y las jokyu (chicas de los cafés que acabarían siendo mujeres de alterne), debido a que las jokyu atraían más clientes al ser mujeres más modernas, dejando los salones de té atrasados y desfasados ante los cambiantes gustos de la época. Asique, para poder atraer clientes, empezaron a tocar el violín, a posar semidesnudas con vestimentas al estilo griego, o a organizar banquetes baratos para celebraciones especiales como año nuevo. Las geishas que se especializaron en baile de salón se soltaron sus rígidos peinados y se hicieron muy populares.

 

Pero a pesar de los intentos por modernizarse, no pudieron evitar las críticas, una situación de incertidumbre que llevó a que las geishas cambiaran su punto de vista y decidieran abandonar sus intentos de reinvención para ser “saneadoras” de las tradiciones, una visión conservadora que ha permitido que sigan existiendo a día de hoy. Esto no implica que las actividades de las geishas no hayan cambiado, aun tienen que adaptarse a las peticiones modernas de sus clientes, por ello comenzaron a reinventarse como bailarinas y actrices ofreciendo sus artes escénicas a un publico más amplio. Teatros como el de la “esquina de Gion” donde ofrecen funciones diariamente, facilitando la visión de su arte y, por consiguiente, un aumento de clientes.

 

 

 

 

 

Artes y habilidades

Si desglosamos la palabra Geisha o Geiko, “gei” significa “artes”, por lo que su nombre significa mujer artista. Una geisha debe ser disciplinada y culta en muchas artes (música, danza, canto, poesía), estudiar historia, literatura, etiqueta, protocolo y tener cultura general. Todo esto con la principal función de prestar servicios de entretenimiento y acompañamiento adecuados en las reuniones en las que serán unas perfectas anfitrionas que mantienen unos modales exquisitos y que dominan el dialecto de Kioto (kyo-kotaba). Todos sus conocimientos las capacitan para sostener conversaciones adaptadas según los intereses de sus clientes, personas seleccionadas por su nivel adquisitivo y su educación. No todo el mundo puede ser cliente, si a las geishas se les pide tener una serie de aptitudes, al cliente también. En estos banquetes se mezclan geishas primerizas y experimentadas, con la idea de que las maikos (aprendices de geisha) creen un ambiente adecuado, mientras que las geishas con experiencia aseguran el entretenimiento, aunque esto variará según las preferencias de los clientes.

 

Los valores del deber y obligación son los pilares que deben seguir para poder avanzar en su aprendizaje y hacer de su vida una obra de arte. Se esfuerzan por impregnarse de su propio arte, provocando que cualquier gesto sea arte: su forma de caminar, de sentarse, de hablar…etc. Un ideal que se consigue tras años de esfuerzo y vigilancia hasta que sus comportamientos y modales se vuelven como una segunda naturaleza. Las geishas son más que un entretenimiento tradicional para extranjeros o nostálgicos, no se ponen sus kimonos a las seis de la tarde para ir al trabajo como si fueran un mero uniforme, las diversas facetas de sus vidas constituyen un todo. La presencia de una geisha en un banquete le da una elegancia especial al ambiente, no son simples camareras que se dedican a  servir bebidas. Cuando una geisha sirve una taza de té a un cliente, da comienzo una ceremonia donde se espera que los clientes les devuelvan el favor sirviéndoles a ellas también.

 

Son anfitrionas, por lo que tienen muy controlada la forma adecuada de tratar con sus clientes, siendo capaces de animar al cliente más tímido y de controlar al más conflictivo por medio de su conversación, pero no tolerarán las insolencias de un cliente maleducado. También tacharán de personas frías a los clientes adinerados que llegan a verlas como meras proveedoras de un ambiente caro,  esto es algo que no les agrada y consideran que es todo lo que no debe de hacer un cliente de verdad. Siempre agradecerán tener clientes amables, ingeniosos y que las entretenga tanto como ellas a ellos, que de un trato igualitario. A pesar de que el estilo de las geishas siga el modelo femenino tradicional japonés, no son dóciles ni sumisas. Debido a que deben ser capaces de conversar y bromear con sus clientes, desarrollan una habilidad poco común entre las mujeres japonesas por motivos culturales. Esto es muy diferente a lo que ocurre en Occidente, donde las mujeres no somos tan reservadas ni se nos aprecia más por ser modestas.

 

Cada Hanamachi tenía su propia escuela de danza (la Escuela Inoue en Gion, la Escuela Onoue en Ponto-cho, la Escuela Hanayagi en Kamishichiken, la Escuela Wakayagi en Miyagawa-cho y la Escuela Fujima en Gion-Higashi) y de teatro. Sus actuaciones se centran sobre todo en primavera y otoño, siguiendo un orden: el Miyoko Odori (la Danza de las Cerezas) en el teatro de danza de Gion, el Kamogawa Odori (la Danza del Río Kamo) en Ponto-cho, el Kyo Odori (la Danza de Kyoto) en Miyagawa-cho y el Kitano Odori (la Danza del Campo Norte) en Kamishichiken. Estas danzas constan de equipos de 10 que deben de sincronizar sus movimientos a la perfección.

 

bibliografía

 

Aizpún Vílchez, I. (2020), La geisha de Kioto como obra de arte total, Tesis

Aramberri, J. (2015), La geisha, reinventada

Dalby, L. (2001), Geisha. El mundo secreto de las geishas

Gómez Gómez, L. (2013), “Profesión Geisha: Mitos y Realidades”, Revista digital Mundo Asia Pacífico, Universidad EAFIT, 2º Edición

FNK Putri (2004), Sayuri’s perseverance to become a successful geisha in Arthur Golden’s memoirs of a Geisha, capítulo III, pp. 18-35.

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